10.04.2010

0 Libertad y Amor

Alynne Aleph

Hoy en día es muy común pensar que el amor significa ataduras. La verdad es que nadie nos ha enseñado a amar correctamente, y tal vez no hemos tenido la capacidad de raciocinio para buscar alternativas para aprender a amar sin ataduras. Amar sanamente y con conciencia es un proceso, en donde la pregunta “¿qué es el amor?” se vuelve una constante, y creo que ése es el primer paso para empezar el cambio. Conociendo el problema y aceptándolo, es cuando uno empieza a crecer.
Esto no quiere decir que no contraigamos derechos y obligaciones cuando se constituye una pareja, ya que somos parte de un todo y en este todo debe de haber un equilibrio.
Las ataduras van más allá de algo económico: hablamos de ataduras de tipo emocional, que son las que más afectan a una relación. Sencillamente al conocer a una persona nos vamos mutilando poco a poco, para dar al final trozos de lo que fuimos. Dejamos de ser, para dejar ser.
En este proceso en el que por siglos se ha expuesto al amor como una entrega total y absoluta de un ser humano a otro en forma de sacrificio, nos hemos olvidado de nuestra individualidad, y solemos perder nuestra identidad para poder pertenecer al otro. ¿Qué tan viable o sana puede haber sido la opción que ha llevado a muchas parejas a permanecer en relaciones absolutamente incoherentes por largos años? El exceso de paciencia se convierte en una pesadilla y desemboca en cobardía. El humano es el único animal en la faz de la tierra que se cuestiona su existencia, el único que hace el amor, el sexo y el erotismo al mismo tiempo. ¿Qué tan complicados y tan sencillos podemos ser cuando amamos?
Siempre he pensado que la mejor forma de conocernos a nosotros mismos es cuestionarnos, por eso tenemos la maravillosa fortuna de ser seres pensantes; podemos evolucionar, aprender y llenarnos de experiencias exquisitas que hacen de nuestra corta estancia en este mundo una forma de vida extraordinaria. Podemos crecer, escuchar, aceptar y entender la verdadera misión que tenemos en este trayecto llamado comúnmente vida.
¿En dónde estamos equivocados? ¿En qué momento empezamos a dejar de amar?
Nos han enseñado a enamorarnos de estereotipos fabricados y vivimos en un constante conflicto entre lo que es y lo que debería de ser. Estamos a la espera de lo que nosotros queremos que las otras personan sean, y entonces habría que preguntarse, ¿dónde queda la individualidad?
Llegamos a un punto de frustración y sencillamente dejamos de ser para que ella o él –nuestra pareja– sea. Nos atamos de tal forma que nos empezamos a asfixiar, pero aún así queremos cobrar la factura de haber dejado de ser, y nos volvemos egocéntricos y creamos necesidades en las otras personas para seguir atados. Si ya no hay amor, al menos habrá control.
Empezamos el juego del dolor para poder volver a sentir, ya que el amor perdió fuerza y el ser humano está acostumbrado a sentir para estar vivo. Entonces, el dolor se vuelve la única forma de comprobar que seguimos existiendo.
No tengo miedo a que me amen, tampoco tengo miedo a amar, de lo que sí tengo miedo es de olvidar a amar…..
http://los-jugadores-de-la-mente.blogspot.com/

0 comentarios:

Publicar un comentario